Los objetivos clásicos de la publicidad son informar, persuadir y recordar.

Por aclararlos un poco, informar consiste en dar a conocer el producto o servicio al público objetivo y motivar a la compra; persuadir trata de influir en la percepción del público hacia el producto y generar preferencia por la marca; y recordar pretende mantener el producto en la mente del público y estimular su deseo de compra.

Complementariamente, a estos objetivos clásicos, veamos otros beneficios que podemos alcanzar con una buena campaña de publicidad:

• Aumentar las ventas: Probablemente, es el objetivo principal, tanto a corto como a largo plazo. Atrae a nuevos clientes, fideliza a los existentes y hace que estos compren más.
• Mejorar la imagen de la marca: La publicidad también se utiliza para mejorar la percepción de una marca en la mente de los consumidores, construyendo una imagen positiva y confiable. Además, una buena imagen de marca influye en la percepción de los productos de esta.
• Dar a conocer un producto: Mediante la información a los consumidores, sobre un nuevo producto o servicio, podemos crear conciencia de su existencia y asegurar una presencia en el mercado.
• Diferenciarnos: A través de la publicidad, podemos lograr diferenciarnos de nuestros competidores, explotando la cualidad que nos hace únicos.
• Fidelizar: La publicidad intenta influir en los consumidores, para fomentar su lealtad hacia una marca o producto. Les reafirma en su compra, confirmando que adquieren la marca adecuada.
• Generar interés: Genera curiosidad por un producto o servicio, motivando a los consumidores a investigar más acerca de él y a estar atentos a cualquier otra información sobre el mismo.
• Establecer precios: La publicidad también incide en los precios de los productos y ayuda a definir la posición de un producto en el mercado.
• Crear una necesidad: A través de la publicidad, generamos una necesidad en los consumidores, haciendo que sientan que les urge adquirir un producto o servicio.